domingo, 20 de abril de 2008

Rosamel del Valle - Poeta de éstas tierras.


De Curacaví a Nueva York


Es muy posible que Rosamel del Valle haya nacido en Curacaví el 13 de noviembre de 1901. En todo caso, nadie lo puede confirmar: sus hermanos murieron antes que él y tampoco tuvo hijos. Lo cierto es que en 1918, tras la muerte de su padre, comienza a trabajar como operario linotipista en una modesta imprenta del barrio Mapocho. Luego se convierte en reportero de La Nación. En 1920 publica su primer libro, Poemas lunados, que él mismo se encarga de retirar de circulación por ofensas al pudor (el suyo). Colabora en numerosas revistas culturales y funda dos: Ariel y Panorama. En 1926 publica Mirador, el primer libro que reconoce como legítimo. Orfeo, su obra cumbre para algunos, aparece en 1944. Al año siguiente, gracias a las gestiones de Homero Arce asume como funcionario de Correos y Telégrafos, cargo del que lo rescata Díaz-Casanueva, quien le consigue un puesto en el departamento de publicaciones de las Naciones Unidas.
Llega a Nueva York en 1946. Allí conoce a su esposa, la canadiense Thérse Dulac. Comprensiva, ella le tolera su bohemia impenitente, a la que da rienda suelta cada 18 de septiembre junto a los chilenos que llegan hasta su departamento. El resto del año escribe como poseso desde las cinco de la mañana, publica libros y artículos, vagabundea por la ciudad, filma en 8 milímetros sus encuentros con Allen Ginsberg y los beatniks, viaja por América del Norte y Europa. Lo tiene todo, casi. Pero regresa a Chile en 1963. Salvo excepciones juveniles, el mundo literario lo recibe con frialdad. Muchos de sus conocidos han muerto o se han marchado. No alcanza a hacer nuevas amistades. Muere el 22 de septiembre de 1965.
( texto extraido de : letras.s5.com. proyecto patrimonio, Visionario heterodoxo, por Pedro Pablo Guerrero)

El corazón sumergido

I
Venid, agua de vientre obscuro, raíz de la luz
En eternidad y vaso necesario para el oído.
Venid, haz y corona de jóvenes chispas de aire
Y pupila del hombre frío que empieza a invadir
Sombra y resplandor, nada y violencia y sitio
Para el hueso y para la ansiedad de la carne,
Transformada en pájaro de fuego y grano del cielo.
Herido en su sangre y permanecer como el espanto
Que habla con largas raíces en la boca y un rayo
En la mano del corazón.

II

Es el hombre, una lámpara en dos pies
Y dos alas y vidrio y tiniebla alrededor.
Abramos los ojos, las sienes, los tallos, las piernas,
Las puertas del cuerpo y de la obscuridad.

Rosamel del Valle