viernes, 6 de noviembre de 2009

Sólo Un Trino




Cavilante y quieta avanzaba la mañana.
Diluido en la niebla, un trino, sólo uno.
…quizás el último atardecer
había segado las otras voces…

El paisaje parecía distraído, surreal,
y el cielo -alfombra parda y deslavada-
olvidaba su propia existencia.
Un trino volvía a cincelar el silencio,
atacaba una batalla de fantasmas,
de arabescos de historias-sueños.

Hojas descosidas al viento y dispersas,
yacían sobre un valle de letras secas,
pero un trino escribía un nombre,
desafiante e infinito, como semilla al sol.

Retumbaba su trova entre piedras,
entre cáñamos, cortezas y bejucos
que -en otras lunas- abrigaran su corazón,
mas, hoy, dormían la quietud del bosque.

Esta mañana nada paría, nada,
sólo un trino que, con voz de hambre,
gritaba su nombre: Libertad.


Norma Duch Roveri

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